Aquí esta el segundo capítulo. Se ha hecho esperar porque han surgido nuevos proyectos y quería que tuviese exactamente la formal que tiene.
Lo interesante comienza aquí…Ya tenemos un personaje principal (Daniel) analista de alto nivel para un organismo de espionaje; el enigmático Stephen, un alto funcionario; Donald, el jefe del protagonista y todo un elenco abierto de compañeros entre ellos la IA Natsu.
El proyecto está abierto a sugerencias sobre los personajes, futuras tramas y todo aquello que con los comentarios se quiera proponer. Tal y como prometí, los deseos del lector expresados en forma de comentario serán tenidos directamente en cuenta para el siguiente capítulo, de modo que afectarán a toda la historia en conjunto. Esto quiere decir que todo puede pasar…
Disfrutad…sinceramente creo que la historia deja mucho a vuestra imaginación y sobretodo a vuestro deseo de más.
Frío, no podía pensar en otra cosa en aquel momento. En el momento que abandoné el café y recorrí los escasos quinientos metros que me separaban de la oficina me descubrí completamente vacío y congelado. Una conversación con Stephen tenía el poder de convertir al más preparado de los hombres en un niño llorón y asustadizo.
Aunque conmigo siempre se había mostrado respetuoso y protector, no convenía olvidar el puesto que ostentaba y el inmenso poder y entramado que se entretejía a su alrededor. La verdad es que para ser un hombre en cuya nómina aparecía como Director de Sucursal Bancaría de categoría 2, podría decirse que sus decisiones afectaba a millones de personas; tanto en Estados Unidos como en cualquier parte del planeta.
Amigos de mi padre, no se puede decir mucho más porque no sé mucho más que decir.
Paso a paso, con el aire convirtiéndose en vaho con cada respiración repasé mentalmente la conversación. Cuando uno trabaja en mi puesto aprende a ver más allá de las simples expresiones faciales, reconociendo los sentimientos y verdades que pueden ocultar. En mi entrenamiento y ante todo en mi día a día laboral, he descubierto el inmenso poder que ocultar algunas palabras, tanto las que se dicen como las que se intuyen.
Tuve un caso cuando acababa de comenzar en el que rastreé a los mayores traficantes de estupefacientes y drogas de diseño que habían comenzado a operar en el sur de Texas. La moda de Breaking Bad había comenzado a causar muertes por el consumo de sustancias de baja calidad y la proliferación de pequeños laboratorios. Una organización que se autodenomino “Vexcom” empezó a reunir a los pequeños químicos y les dio un objetivo, así como grandes sumas de dinero.
El soplo saltó con varios emails y fotografías en las redes sociales. Ninguna de ella constituían un delito, pero aquello llegó a mis inexpertas manos. Se me encargó conseguir todo lo posible de los 2 cabecillas, tenía que averiguar me dijeron “lo que desayunan los martes y comen los domingos”. Un vulgar eufemismo con el que me salté todas sus libertades constitucionales, las de sus familiares, amigos y en aquel momento sus empleados.
En dos semanas tenía un dossier con mensajes de sus Smartphone, fotografías que había realizado de manera remota con sus propios teléfonos cada vez que los encendían, imágenes por satélite, conversaciones robadas a trabes de sus múltiples aparatos electrónicos, sus reprobables historiales de internet y un perfil psicológico que asustaría a un ama de casa del medio oeste.
Las pruebas se extendieron a varios estados y tocaron a varios agentes de policía y lo más preocupante, a un alcalde. Estos funcionarios hicieron la vista gorda más de una vez, pero no fueron conscientes que no se debe ingresar el dinero en cuentas del extranjero por internet, porque al dinero no podremos llegar, pero a la confirmación del envío sí.
La DEA se hizo cargo y nunca supe que había ocurrido. Los códigos facilitados me fueron retirados y ni tan siquiera me preocupé por ver en televisión a las operaciones policiales que tuvieron lugar varios meses después de mi trabajo. Lo que hice en mi tiempo libre fue actualizar varios blogs que poseo con distintos nombres y personalidades para alertar a la sociedad sobre los riesgos de las drogas de fabricación casera.
Aunque no lo parezca dentro de los 5 dominios que actualizo habitualmente, uno de ellos está entre los 100 más visitados de la nación. En él trato temas absurdos e irrelevantes sobre moda, el mundo musical y las últimas tendencias pseudoculturales. A los adolescentes les encanta y a mí me permite el acceso a toda su información personal. No son conscientes de que al dejar un comentario lo hacen con una I.P fija y una cuenta de correo electrónico.
Esta información es muy utilizada por los criminales y también por los publicistas. En mi caso se trata simplemente de una llamada Deformación Profesional que me facilita los chequeos y seguimientos nacionales durante mi jornada laboral.
Entré en la inmensa mole de hormigón que formaba el supuesto banco y me deslicé a la izquierda. Un guardia de seguridad me reconoció y levantó la mano para saludarme. Aquel hombre representaba un claro ejemplo de aburrimiento en el trabajo. Una de las tareas que realizábamos de manera periódica y no consumía demasiado tiempo era repasar la vida en la red de los empleados externos.
Michael creo que se llamaba el vigilante, era un hombre de firmes convicciones religiosas que descargaba películas en torrent desde el trabajo para ponérselas a sus hijos. Su mujer tenía un pequeño negocio de catering que gracias a una ayudita de mi parte había mejorado su posicionamiento web y se encontraba en alza. Sus hijos de 7 y 11 años jugaban con bastante destreza al Call of Duty todas las noches. Nada fuera de lo común, un trabajador, no un espía.
El ascensor descendió veinte pisos en apenas medio minuto. Al abrir encontré mi oficina tal y como la había dejado. A veces la psicología humana se revela en lo más común. Mi mente estaba procesando información y había sufrido un encuentro desconcertante con Stephen, pero el resto de la realidad permanecía inalterada. Mi paranoia personal me obligaba a guardar imágenes exactas de las cosas para compararlas una y otra vez. Mis compañeros repartidos en sus puestos se diseminaban en formación. Rose y Mindei habían regresado ya de su descanso pero Peter no estaba en su posición.
El departamento donde trabajo tiene una forma ovalada de unos veinticinco metros de diámetro en su parte estrecha y treinta y cinco en la más ancha. Los puestos de los analistas junior están en la parte central de la sala. Pantallas de ordenador y un constante clic son separados por muebles prefabricados pero de mediana altura que permiten la contemplación de todas y cada una de las pantallas. No hay privacidad para los que invaden la privacidad.
En la zona perimetral se encuentras los doce despachos para los doce analistas sénior o “hackers del gobierno”. El mío es el último de la izquierda, justo al lado de la gran pantalla de seguimientos y en la parte más alejada del ascensor.
Sobre nosotros se encuentra una segunda planta con una sala de reunión de gran tamaña que ocupa toda el ala derecha y cabinas de grabación alternadas por los enormes servidores y todo el software y hardware necesario. Esta tecnología que se renueva de manera constante convierte mi pequeña oficina en toda una fortaleza digital, nadie puede entrar, y lo sé porque yo mismo lo intenté desde mi casa. Suelo ser realista y conservo un grado de humildad que me permite aprender de los que son mejores que yo, digo esto solo para certificar que si yo no pude entrar es que sencillamente es imposible.
Crucé la sala a una velocidad normal pero contemplando todo lo que hacían mis compañeros. No detecté ninguna conducta inusual por lo que no me preocupé. Al entrar en mi despacho las tiras que siempre coloco en la puerta permanecían en su lugar. Este pequeño turco se lo debo a mi padre, quien siempre colocaba pequeñas porciones de celo en la puerta, justo en la zona pegada a las bisagras. De este modo si alguien entra en la habitación rompe las tiras. No es el más eficaz de los métodos ya que si alguien lo conoce puede remplazarlas, pero creo que si alguien llega a ese nivel con mi persona, ya sabrá muchas de las cosas que oculto.
Mi cubículo de unos quince metros cuadrados estaba compuesto por una gran mesa de escritorio en la parte derecha. Detrás de mí tengo una gran librería poblada de multitud de ejemplares, libros de fantasía, ciencia ficción, novela histórica, procesamiento de la información, autoayuda… No tengo preferencia para la lectura, simplemente elijo el título dependiendo de mi estado de ánimo y mis necesidades de evasión.
La mesa soporta el peso de cinco pantallas de alta definición y dos carísimos equipos informáticos. Dos teclados, un ratón y un trakpad me ayudan en mi vida de multitareas. Frente a mi puedo ver un confortable sillón de cuero de dos plazas que rodea una pequeña mesita y un asiento orejero, todo ellos iluminado por una lámpara de pié.
Toda la pared de mi izquierda la forma una cristalera, mientras que a mi derecha tengo colocados un bonsái que empieza marchitarse, otra péquela estantería con libros, una impresora y muchas fotos. Lo curioso es que más allá de un poster de La Guerra de las Galaxias y otro de Matrix, todas las fotografías son falsas. No tengo amigos y si los tuviera no me durarían muchos o no tendrían sentido para mí, pues los conocería más allá de lo que quieren enseñar y esas relaciones están condenadas al fracaso. Por esta razón tengo fotos donde aparezco yo (gracias photoshop) con multitud de personas. Algunos son antiguos compañeros de universidad que desprevenidos e ilusos cuelgan sus vidas en Facebook, otros simples desconocidos en paisajes que me resultaron agradables.
Me quité el abrigo, la bufanda y las zapatillas. Esta manía me acompañaba desde que era pequeño, para concentrarme al máximo siempre tengo que tener los pies liberados. Tengo en el despacho una constantemente renovable colección de zapatillas de hogar, las formas y la comodidad son fundamentales, por un lado tienes que ser confortables y dejar completa movilidad a los dedos del pié; por otra parte me fascinan las zapatillas con forma de cocodrilo, Homer Simpson, Darth Vader y esas cosas. Mentiría si no dijera que tuve que solicitar el permiso a mi jefe, quien solo accedió tras ver mi forma de trabajar y hacerme prometer que cuando llegase una inspección escondería rápidamente aquello y me colocaría los zapatos negros de rigor.
- Ya he vuelto Natsu – dije en voz alta.
- ¿Qué tal la comida Señor? ¿Ha resultado provechoso su encuentro con el Señor Stephen? – la voz de textura madura, tonalidad media y ligero toque nasal de Natsu era un autentico logro personal.
Tengo que decir que aquella inteligencia artificial era mi compañero. En mi primer año de universidad había comenzado a crear aquella maravilla que mejoraba de manera constante. Le implanté la personalidad y le puse en nombre de mi personaje de Manga preferido, Natsu el mago dragón de Fairy Tail.
Tras mucho tiempo y una programación creativa, la Inteligencia Artificial me era de una enorme ayuda. Por un lado chequeaba regiones de internet en las que yo necesitaría mucho tiempo para entrar, a la vez podía actualizar y responder en mis blogs mientras guardaba la información importante, me proveía de actualizaciones permanentes sobre alertas de seguridad y palabras clave. Pero su logro más importante fueron las claves personales de algunos escritores y guionistas famosos. De este modo puedo guardar en secreto los finales que darían un vuelco en el corazón de algún que otro friki.
- Natsu protocolo 2, rastréame todo lo que se relacione con alguien llamado “Espectro”, pon también en los parámetros “Specter” y “Spectrum”, dame equivalencias del nombre en otros idiomas y en escrituras simbólicas.
En dos segundos tres de mis pantallas se poblaron de información. Las otras dos las había dejado para mi trabajo habitual del último mes. Por alguna razón me habían puesto a desentrañar y destrozar todas las páginas, cubiertas e descubiertas del Estado Islámico. Este trabajo era sencillo, pues con unos troyanos clásicos entramos en el servidor remoto y contralamos la página. Desde ahí descubrimos a placer toda la información de quien la lleva, sobre todo si tiene micrófono y cámara.
- La equivalencia es de 49 millones de archivos en dos capas de internet y 140 millones en otras tres – Natsu puso el tono, “Especifícame un poco Daniel que pareces nuevo”.
- Introduce en la restricción parámetros de confidencialidad, evita las referencias a las novelas y libros de texto.
- 30 millones de equivalencias en todos los rangos.
- Evita el internet visible y céntrate en el código – hice una pausa – Dame un minuto.
Una alarma había saltado en mi otro terminal, se estaba subiendo un nuevo video del IS en aquel momento. El protocolo dictaba que llamase a mi superior y le enviase la información, en menos de un minuto se debía decidir la línea de acción.
- Natsu pongo con Donald por línea de seguridad 1
- Pantalla principal, llamando – Las operaciones de rastreo seguían mientras por el monitor central aparecía mi encargado.
- ¿Qué ocurre Daniel? – Donald me conocía lo suficientemente bien para saber que los avisos nunca son por cosas menores, por ello su tono fue apremiante. Mi jefe era un buen hombre, un gran líder, pero el volumen de trabajo al que nos enfrentamos y los rincones del mundo que podemos ver consumen al cualquiera. Si a todo ello se sumas un paquete de tabaco al día puedes imaginar el hombre de pelo blanco, extrema delgadez y ojeras perpetuas que tenía ante mí.
- Nuevo video de IS entrando en – hice una pausa para comprobar – Cuatro páginas propias y 10 servidores de noticias.
- ¿Tiempo estimado para completar subida?
- Puedo retrasárselo hasta veinte minutos, duración diez minutos y treinta segundos. Si extrapolamos la duración y lo que ya sabemos, es posible que sea otra ejecución.
- Recibido – Donald se masajeó el puente de la nariz- Contactaré con usted, mientras tanto retrase la subida.
- Por supuesto Señor.
Con unos rápidos comandos que ya había realizado en forma de Macros retrasé la velocidad de subida, coloqué varias alertas de virus que saltarían al intentar abrir el video y llegué incluso a apagar un servidor, pero el IS es muy hábil y tenía aquello previsto. Tuve una especie de corazonada, inspiración o es que me topé con un libro de Tom Clancy al girar en mi silla.
- Natsu, reduce la búsqueda del Espectro en conspiraciones, ocultismo, fenómenos paranormales y – puestos a divagar – extraterrestres.
Donald apareció de nuevo, un cigarro recién encendido se encontraba en sus labios.
- Daniel, Inteligencia afirma que es la ejecución de un Norteamericano ¿Puede confirmarlo?
- ¿Señor?- aquello me sorprendió, el IS nunca había llegado tan lejos. Dudé que su organización quisiera enfrentarse de aquella manera contra el país más poderoso del mundo.
- Hágalo – no elevó la voz ni cambió su expresión por lo que supe que hablaba completamente en serio.
Siguiendo sus instrucciones abrí parte del archivo, hice que ambos pudiésemos verlo a la vez. Lo que había ante mí era precisamente aquello que Donald sospechó o le hicieron sospechar, el primer americano ejecutado públicamente por una rama islamista radical. El conjunto estaba embellecido con música, amén de otros adornos visuales pero nada sofisticados.
- Ordenes Señor- Donald sabía tan bien como yo que podía destruir ese video hasta su misma fuente, mientras mandaba un mensaje que aparecería en la pantalla de quien lo estaba subiendo y si me daban tiempo en el Smartphone de media Libia.
- Déjelo – Dio una profunda calada a su cigarro – los de arriba dicen que los dejemos.
- Pero Señor, no sabemos si el video es grabado o en directo, y de ser en directo podríamos detener la ejecución al quitar el objetivo de propagandístico.
- Usted lo sabe, yo lo sé, ellos lo saben pero la sociedad norteamericana y la población mundial tienen que saber.
La pantalla derecha zumbó dejando claro que Natsu desaprobaba aquel método. Soy un soldado, no uno que dispare pero si uno que debe obedecer a sus superiores comprenda o no las órdenes.
- Recibido Señor, levanto los procedimientos y borro mis huellas.
- Antes Daniel, queremos que retrasmita el archivo a las principales agencias de habla inglesa, castellana y china. Que el mundo lo vea.
- Les hacemos el trabajo Donald – Era la primera vez que contradecía así a mi jefe pero la presión del día y la injusticia de la situación me hicieron hablar antes de pensar.
- Cuidado Daniel – La voz se congeló en su boca – no olvidé su puesto. Muchos matarían por dar con usted y otros muchos le matarían por lo que sabe.
- Nada hay más peligroso – aquello era prácticamente el lema de mi departamento, nada hay más peligroso, ni las armas, ni las bombas, ni un ejército completo. El conocimiento es verdadero poder.
- Nada hay más peligroso Daniel. Ahora cumpla sus órdenes.